Cada vez es más común escuchar el término autoexigencia o autoexigente. Y es que durante los últimos años esta característica ha ganado mucha fuerza y se ha extendido en la población. No obstante, y pese a que, normalmente, se relaciona con querer hacer bien las cosas o esforzarte al máximo, también puede traer emociones desagradables o consecuencias a largo plazo en lo que a la autoestima se refiere.
En el artículo del blog de hoy te contamos qué es la autoexigencia, cómo nos afecta, sus posibles causas y mucho más.
¿Qué es la autoexigencia?
La autoexigencia es una característica o actitud propia de ciertas personas relacionada con establecerse y esforzarse por conseguir cumplir ciertas metas o estándares. Además, una de las particularidades de esta característica es que es autoimpuesta por la propia persona, no viniendo, por lo tanto, del exterior.
Dicho de otra manera, es el esfuerzo que una persona se exige a sí misma para ser mejor en el desarrollo de sus actividades, buscando la excelencia máxima.
¿Cómo nos afecta la autoexigencia?
Pese a que, normalmente, esta característica está asociada con algo positivo, como explorar y explotar al máximo las capacidades de una persona hasta conseguir lo que quiere, también puede traer consecuencias negativas cuando las metas que nos proponemos alcanzar son excesivamente altas o poco realistas. Algunas de las consecuencias de la autoexigencia alta y desadaptativa son:
- Exceso de competitividad
- Aislamiento social
- Tristeza
- Estado de ánimo bajo
- Ansiedad
- Estrés
- Inquietud
- Agotamiento
- Problemas físicos derivados del estrés como la tensión muscular
Además de todas estas consecuencias, y visionándolo a largo plazo, la autoexigencia puede derivar en una relación negativa y poco saludable con nosotros mismos.
Posibles causas de ser una persona autoexigente
Es importante mencionar que esta característica no es algo con lo que se nace, sino que se va aprendiendo o desarrollando debido, fundamentalmente, a diversas causas o motivos externos. En este apartado, te explicamos algunas de las posibles causas de ser demasiado autoexigente.
Crianza o educación familiar
Ciertos comportamientos y/o formas de enfrentarse a las cosas son aprendidas desde que somos pequeños en el propio entorno familiar y la exigencia es una de ellas.
Si hemos crecido en un ambiente en el que se nos exigía mucho, es muy probable que nosotros, al desarrollarnos como personas, consideremos esa alta exigencia como algo natural. Y, por ese motivo, tratemos de mantener altos estándares, llegando a lo dañino, en lo que a nuestras metas se refiere.
Cultura
La cultura también es un factor que afecta en gran medida en lo que a la autoexigencia se refiere. En muchos países, es natural tener unas metas altas como alcanzar un puesto laboral de éxito, tener títulos educativos, tener propiedades con valor o llegar a tener una familia con determinados estándares, por lo que esta clase de comportamiento también se naturaliza desde que los niños son pequeños.
Entorno con alta competitividad
Asimismo, y ya cuando estamos en una etapa de desarrollo como puede ser la adolescencia, el entorno social es un factor determinante.
Si nos movemos en un ambiente con alta competitividad, es muy probable que nuestras exigencias propias aumenten, llegando al punto de convertirse en algo compulsivo y/u obsesivo. Esto se puede ver, por ejemplo, en personas que necesitan notas muy altas para entrar en la Universidad.
Como se ha mencionado ya, el entorno y la cultura son factores determinantes, por lo que la presión social y/o familiar también puede ser una de las causas por las que las personas son demasiado autoexigentes.
En este sentido, establecer límites, poner barreras y conocer nuestros tiempos, prioridades y objetivos puede ser un buen método para no obsesionarte con las exigencias que las demás personas quieren establecer para ti.
¿Cómo trabajar la autoexigencia?
Si queremos comenzar a trabajar la autoexigencia, lo más indiciado sería acudir a terapia. En Marhela Centro de Psicología te ofrecemos terapias para adolescentes y también terapias para adultos que te ayudarán a romper el patrón negativo de la autoexigencia y a convertirlo en algo constructivo que te haga crecer como persona.
Autoexigencia y perfeccionismo, ¿son lo mismo?
Otra de las palabras que más se escuchan a día de hoy relacionadas con la exigencia propia es perfeccionismo. En ocasiones, la autoexigencia puede ser confundida, incluso coexistir con el perfeccionismo. Sin embargo, es importante recalcar que no son lo mismo, y que hay diferencias entre ambas.
En el caso del perfeccionismo, se trata de un rasgo que busca conseguir, como bien dice su nombre, la perfección. Esto puede derivar en una insatisfacción constante con los logros conseguidos, dado que nunca se alcanza la idea de perfección con la que la persona cuenta.
Sin embargo, en el caso de la autoexigencia, los límites son otros. Esta se vincula con la posibilidad de conseguir o no ciertas metas que nosotros mismos nos proponemos y que no tienen por qué estar relacionadas con el perfeccionismo.
Un buen ejemplo para instruir esto son los estudios. Una persona perfeccionista querrá conseguir una nota de 10 y, en caso de no conseguirlo, se frustrará y no se sentirá realizado. En caso de una persona autoexigente, esta querrá conseguir el máximo de nota posible, siempre pensando que podría haber sacado más.
Ambas características están muy relacionadas y, como hemos mencionado, pueden coexistir dentro de la misma persona. Y, enfocadas de la forma adecuada, pueden dar pie y promover procesos de crecimiento y desarrollo altamente enriquecedores para las personas.
Conclusión
Como habéis podido ver, la autoexigencia es una característica propia que puede desarrollarse en mayor o menor medida por diversos motivos. No obstante, y pese a que puede ser un factor enriquecedor en el desarrollo de una persona, llegados a ciertos límites, esta puede convertirse en algo dañino y contraproducente.
Si tienes alguna duda respecto a la autoexigencia o crees que podría estar sobrepasándote, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.
Nos vemos en el próximo artículo.